15 minutos. El mes de julio se convirtió en el más sangriento desde el comienzo del año en Siria, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, que confirmó que al menos 507 civiles perdieron la vida en los últimos 31 días.
En un reporte difundido este jueves, el observatorio señaló que entre los civiles muertos hay 190 menores. Si además se suman los combatientes, la cifra total de víctimas mortales llegó a 1.124 personas.
Esto ocurrió en medio de la escalada de operaciones militares de las fuerzas de Bachar al Asad y sus aliados en las provincias noroccidentales de Siria.
Balance de víctimas
La ONG detalló que de los 507 civiles, 301 perecieron en ataques y bombardeos del ejército sirio y la aviación rusa, y que 41 perecieron por ataques de las facciones que operan en las provincias de Alepo, Hama y Idlib.
Además, 52 perdieron la vida en explosiones, 10 por asesinatos y 9 a manos de las Fuerzas de Siria Democrática, las milicias encabezadas por los kurdos que controlan el este del país.
El recuento incluyó 7 muertos por torturas en las cárceles del régimen del presidente Bachar al Asad, 6 por la aviación israelí y 2 en circunstancias desconocidas.
El Observatorio destacó que unos 78 civiles perdieron la vida en el campamento de Al Hol, en el noreste de Siria, donde se encuentran alrededor de 70.000 personas, el 90 % de ellas niños y mujeres, familiares y sospechosos de haberse unido al grupo yihadista Estado Islámico (EI) en el país.
La ONG con sede en Londres, que cuenta con una amplia red de informadores en Siria, contabilizó en la lista de civiles fallecidos a un guardia fronterizo turco.
Las fuerzas leales a Al Asad incrementaron sus operaciones en el noroeste del país desde finales de abril, cuando comenzaron una ofensiva no declarada y una escalada de los combates en la zona desmilitarizada acordada por turcos y rusos en septiembre del año pasado.
Aumento de la violencia
El pacto detuvo entonces una potencial ofensiva gubernamental contra la región, último reducto de la oposición en Siria. Además, estableció un cinturón humanitario para los cerca de 3 millones de personas que se calcula viven en Idlib.
Sin embargo, en las últimas semanas las operaciones militares y la violencia aumentó de manera considerable especialmente contra objetivos civiles.
La alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, condenó la pasada semana el ataque sistemático contra escuelas y centros de salud. También rechazó la “aparente indiferencia internacional” ante estas acciones en el noroeste del país.
