El equipo se centró en reconstruir los genomas bacterianos encerrados en el cálculo dental, también conocido como sarro dental, de neandertales, humanos arqueológicos y humanos actuales
Los microbios son los mejores químicos de la naturaleza (DPA/EP)
5 de mayo de 2023 10:40 AM | Con información de DPA
15 minutos. Un equipo transdisciplinar de investigadores ha reconstruido moléculas, exactamente genomas de bacterias desconocidas, que datan del Pleistoceno en la Edad de Piedra. Con sus planos genéticos, construyeron una plataforma biotecnológica para revivir los productos naturales de las antiguas bacterias, según la revista Science.
Los microbios son los mejores químicos de la naturaleza. Entre sus creaciones se encuentra un gran número de los antibióticos y otros fármacos terapéuticos del mundo. Producir estos productos químicos naturales no es sencillo. Las bacterias dependen de tipos especializados de genes; genes que codifican maquinaria enzimática capaz de fabricar tales sustancias químicas.
En la actualidad, el estudio científico de los productos naturales microbianos se limita a las bacterias vivas. Sin embargo, dado que las bacterias han habitado la Tierra durante más de 3 mil millones de años, existe una enorme diversidad de productos naturales del pasado con potencial terapéutico que nos siguen siendo desconocidos hasta ahora.
"Con este estudio hemos alcanzado un hito importante en la revelación de la enorme diversidad genética y química de nuestro pasado microbiano". Así lo afirmó Christina Warinner, coautora principal y profesora asociada de antropología en la Universidad de Harvard. Warinner es jefa de grupo en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (MPI-EVA); asimismo, es jefa de grupo afiliada en el Instituto Leibniz de Investigación de Productos Naturales y Biología de las Infecciones (Leibniz-HKI).
"Nuestro objetivo es trazar un camino para el descubrimiento de productos naturales antiguos. Además, informar sobre sus posibles aplicaciones futuras". De esta forma lo añadió el coautor principal Pierre Stallforth. El catedrático de Química Bioorgánica y Paleobiotecnología de la Universidad Friedrich Schiller de Jena es director del Departamento de Paleobiotecnología del Leibniz-HKI.
Cuando un organismo muere, su ADN se degrada rápidamente; además, se fragmenta en multitud de piezas diminutas. Los científicos pueden identificar algunos de estos fragmentos de ADN; eso sí, sólo cotejándolos con bases de datos. No obstante, durante años los arqueólogos microbianos se han enfrentado al hecho de que la mayor parte del ADN antiguo no puede cotejarse con nada conocido hoy en día.
Este problema lleva mucho tiempo preocupando a los científicos. Los últimos avances informáticos permiten ahora recomponer los fragmentos de ADN para reconstruir genes y genomas desconocidos. El único problema es que no funciona muy bien con ADN antiguo del Pleistoceno; este se halla muy degradado y es extremadamente corto.
"Tuvimos que replantearnos por completo nuestro enfoque". Así lo precisó Alexander Hübner, investigador postdoctoral en el MPI-EVA y coautor principal del estudio. Tres años de pruebas y optimización, Hübner dijo que lograron un gran avance; consiguieron tramos de ADN reconstruido de más de 100 mil pares de bases de longitud; incluso, recuperaron una amplia gama de genes y genomas antiguos.
"Ahora podemos partir de miles de millones de fragmentos desconocidos de ADN antiguo y ordenarlos sistemáticamente en genomas bacterianos de la Edad de Hielo perdidos hace mucho tiempo", destacó en un comunicado.
El equipo se centró en reconstruir los genomas bacterianos encerrados en el cálculo dental, también conocido como sarro dental. Lo hicieron de 12 neandertales de hace unos 102.000-40.000 años, 34 humanos arqueológicos de hace unos 30.000-150 años y 18 humanos actuales. El sarro dental es la única parte del cuerpo que se fosiliza de forma rutinaria a lo largo de la vida; convierte la placa dental viva en un cementerio de bacterias mineralizadas.
Los investigadores reconstruyeron numerosas especies bacterianas orales; también otras especies más exóticas cuyos genomas no se habían descrito antes. Entre ellas se encontraba un miembro desconocido de Chlorobium. Su ADN, muy dañado, mostraba las señas de una edad avanzada; fue hallado en el cálculo dental de 7 humanos del Paleolítico y Neandertales.
Los 7 genomas de Chlorobium contenían un grupo de genes biosintéticos de función desconocida. "El cálculo dental de la Dama Roja de El Mirón (España), de 19 mil años de antigüedad, proporcionó un genoma de Chlorobium especialmente bien conservado, según Anan Ibrahim, investigador postdoctoral en el Leibniz-HKI y coautor principal del estudio. "Tras descubrir estos enigmáticos genes antiguos, quisimos llevarlos al laboratorio para averiguar qué fabrican".
El equipo utilizó las herramientas de la biotecnología molecular sintética; específicamente, para que las bacterias vivas produjeran las sustancias químicas codificadas por los genes antiguos. Era la primera vez que este método se aplicaba con éxito a bacterias antiguas. El resultado fue el descubrimiento de una nueva familia de productos naturales microbianos; los investigadores los denominaron paleofuranos.
En ese sentido, "se trata del primer paso hacia el acceso a la diversidad química oculta de los microbios del pasado. Añade una nueva y apasionante dimensión temporal al descubrimiento de productos naturales". Estas fueron las palabras de Martin Klapper, investigador postdoctoral del Leibniz-HKI y coautor principal del estudio.
El éxito del estudio es el resultado directo de una ambiciosa colaboración entre arqueólogos, bioinformáticos, biólogos moleculares y químicos; en concreto, para superar barreras tecnológicas y disciplinarias y abrir nuevos caminos científicos que permitieron revivir estas moléculas de la Edad de Piedra.
"Con financiación de la Fundación Werner Siemens, nos propusimos tender puentes entre las humanidades y las ciencias naturales", señaló Pierre Stallforth. "Pudimos desarrollar las tecnologías necesarias para recrear moléculas producidas hace 100 mil años", añadió Christina Warinner. El equipo espera ahora utilizar la técnica para encontrar nuevos antibióticos.