La COVID-19 es una enfermedad tan reciente que es imposible saber los efectos a largo plazo
Tedros también subrayó que espera que más posibles vacunas puedan desarrollarse (EFE/EPA/Justin Lane)
11 de noviembre de 2020 10:28 AM | Antonio Broto (EFE)
15 minutos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) sigue con optimismo los avances de las diferentes compañías farmacéuticas para lograr una vacuna contra la COVID-19. Específicamente, después de que Pfizer y BioNTech anunciaran el lunes que lograron con sus ensayos un 90 % de eficacia contra el coronavirus.
El organismo con sede en Ginebra, que esta semana reanudño de forma virtual la asamblea anual que interrumpió en mayo, recibió las noticias de Pfizer y BioNTech con más moderación que los mercados bursátiles. Sin embargo, su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, admitió que son esperanzadoras.
"Como preveíamos, tendremos una vacuna a finales de este año, y la de Pfizer es muy prometedora". Así lo proclamó el etíope en las reuniones que esta semana se celebran por teleconferencia con representantes de los 194 países miembros de la OMS.
Tedros también subrayó que espera que más posibles vacunas puedan desarrollarse. Además, animó a que otros laboratorios sigan sus investigaciones. Incluso, pese a que la de la estadounidense Pfizer, con la alemana BioNTech, se muestra por ahora como la mejor posicionada.
Actualmente, hay más de 200 laboratorios en el mundo trabajando en posibles vacunas contra el coronavirus SARS-CoV-2 causante de la COVID-19. Al menos unas 40 están en alguna de las 3 fases de tests clínicos en personas. La primera suele contar con decenas de sujetos, la segunda con cientos y la última con miles.
De esas 40, una decena están en la tercera fase de pruebas, entre ellas la de Pfizer-BioNTech. Igual sucede con las de la estadounidense Moderna, la que desarrolla AstraZeneca con la Universidad de Oxford y 3 proyectos chinos. De estos últimos, 2 son de la firma Sinopharm y uno de Sinovac (testado en grupos de control de Latinoamérica).
Igualmente, están en esta última fase la que desarrolla el grupo farmacéutico belga Janssen, de la firma estadounidense Johnson & Johnson, la norteamericana Novavax y la rusa Sputnik V. Esta fue recibida con cierto escepticismo cuando el presidente, Vladímir Putin, la presentó al mundo.
A este respecto, las autoridades rusas afirmaron este miércoles que Sputnik V ha probado ser eficaz en el 92 % de los casos en la tercera fase de los ensayos, según los primeros resultados de las pruebas publicadas.
La OMS instó a que todas continúen sus investigaciones para dar con una vacuna pese a que unas vayan más adelantadas que otras. Habitualmente, con otras enfermedades, solo una de cada 5 candidatas acaba teniendo éxito.
En la misma carrera contra la COVID-19 han habido varios momentos descorazonadores. Por ejemplo, cuando las pruebas de avanzadas propuestas como las de AstraZeneca, Johnson & Johnson y Sinovac tuvieron que detenerse temporalmente debido a reacciones adversas en los individuos que las recibieron.
La OMS y los expertos aclararon que es un contratiempo común, también en la investigación de una vacuna para otras enfermedades. El proceso habitualmente lleva años, pero debido a la gravedad de la actual pandemia la comunidad científica está intentando reducir a un tiempo récord de apenas 12 o 18 meses.
Algunas de estas candidatas, como la de Pfizer-BioNtech y la de Moderna, utilizan una nueva tecnología nunca antes probada en vacunas. Se denomina ARN mensajero o ARNm. De probarse eficaz, supondría un enorme avance para la epidemiología, que quizá podría adaptarse contra otras enfermedades.
Si con las vacunas tradicionales se inoculan a los individuos formas debilitadas del virus para que el organismo fabrique anticuerpos, con esta nueva tecnología solo se introducen moléculas de ácido ribonucleico (ARN). Estas, por sí solas, contienen instrucciones con las que el cuerpo humano puede producir el virus y a la vez el anticuerpo que lo neutralice.
Esta tecnología presenta un nuevo problema que podría dificultar su deseada producción masiva y distribución a todo el mundo: debe conservarse a temperaturas de en torno a 70 u 80 grados bajo cero.
En la asamblea de esta semana de la OMS ya se advirtió que eso puede dificultar la llegada de dicha vacuna a países en desarrollo sin sistemas de almacenamiento en frío tan avanzados. Tal es el caso de regiones muy golpeadas por la pandemia, como América Latina.
Otro desafío para las nuevas vacunas que lleguen contra el virus es saber si bastará con una o 2 dosis para estar inmunizado toda la vida, como ocurre con las que protegen contra enfermedades como la tosferina y la varicela. O, en cambio, si deberá repetirse regularmente, como ocurre con la de la gripe.
La COVID-19, de cuya existencia se empezó a saber en diciembre de 2019, es una enfermedad tan reciente que es imposible saber los efectos a largo plazo de una hipotética vacuna.
La eficacia del 90 % mostrada por la vacuna de Pfizer-BioNTech significa hipotéticamente que una de cada 10 personas aún podría desarrollar sintomáticamente la enfermedad pese a inocularse con ella. Lo cierto es que este porcentaje de fiabilidad es habitual.
Incluso vacunas muy extendidas hoy en día en sistemas sanitarios de todo el mundo muestran eficacias menores. La de la gripe no alcanza el 50 %, mientras que la de la varicela es del 92 % y la del sarampión del 97 %.