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“Estoy dolido, pido perdón”, dijo el Papa a los indígenas de Canadá

El pontífice se refirió a las "cicatrices de heridas todavía abiertas" en estas poblaciones a causa de su internamiento en algunos de los 139 internados por los que pasaron unos 150.000 niños indígenas

En los últimos treinta años han ocurrido varias peticiones de perdón. Los primeros en hacerlo, en 1991, fueron los obispos de la Conferencia Episcopal y los responsables de las órdenes religiosas que se encontraban al frente de los internados (DISCOVERY+ / Europa Press)

15 minutos. El Papa pidió “perdón” a las comunidades indígenas de Canadá ante las que también se mostró muy “dolido” por la responsabilidad que tuvo la Iglesia en las políticas de asimilación de los internados, al tiempo que condenó la “mentalidad colonialista de las potencias”.

Me encuentro entre ustedes porque el primer paso de esta peregrinación penitencial es el de renovar mi pedido de perdón y decirles, de todo corazón, que estoy profundamente dolido: pido perdón por la manera en la que, lamentablemente, muchos cristianos adoptaron la mentalidad colonialista de las potencias que oprimieron a los pueblos indígenas”, dijo el papa en su primer encuentro con las poblaciones indígenas First Nations, Métis e Inuit en Maskwacis, una ciudad a 70 kilómetros al sur de Edmonton, donde aterrizó este domingo.

En el primer discurso oficial de su viaje de seis días por Canadá, el pontífice se refirió a las “cicatrices de heridas todavía abiertas” en estas poblaciones a causa de su internamiento en algunos de los 139 internados por los que pasaron unos 150.000 niños indígenas.

La gran mayoría de ellas estuvieron en manos de instituciones cristianas y funcionaron hasta 1996, cuando cerró la Gordon’s Residential School de Punnichy, la última instalación administrada por el gobierno federal canadiense.

Perdón por actuación de la iglesia

“Estoy dolido. Pido perdón, en particular, por el modo en el que muchos miembros de la Iglesia y de las comunidades religiosas cooperaron, también por medio de la indiferencia, en esos proyectos de destrucción cultural y asimilación forzada de los gobiernos de la época, que finalizaron en el sistema de las escuelas residenciales”, exclamó el Papa.

En esta ocasión, Francisco llevó de vuelta los mocasines que una delegación de estas comunidades indígenas llevaron al Vaticano cuando lo visitaron en abril y que simbolizan el drama “de los que lamentablemente no volvieron más a casa de las escuelas residenciales”.

El Papa habló de esos “traumas” consciente de que, en cierto modo, son revividos cada vez que se recuerdan. “Hacer memoria de las devastadoras experiencias que ocurrieron en las escuelas residenciales nos golpea, nos indigna, nos entristece, pero es necesario”, señaló.

Francisco dejó claro el motivo de su visita que, a pesar del dolor que arrastra en la rodilla derecha y que le obliga a desplazarse en silla de ruedas, no ha cancelado: “Estoy en tierras nativas para decirles personalmente que estoy dolido, para implorar a Dios el perdón, la sanación y la reconciliación, para manifestarles mi cercanía, para rezar con ustedes y por ustedes”.

“Estoy aquí para llorar con ustedes”

El objetivo fundamental de la visita a Canadá durante la que el pontífice recorrerá 19.246 kilómetros tiene que ver con una de las peticiones que en 2015 reclamó la Comisión para la Verdad y la Reconciliación instituida por el Gobierno canadiense para documentar la historia de lo ocurrido en estas escuelas residenciales promovidas por el propio gobierno.

“Hoy estoy aquí para recordar el pasado, para llorar con ustedes, para mirar la tierra en silencio, para rezar junto a las tumbas”, dijo el pontífice en otro momento de su discurso.

El sistema de internados para niños y niñas de los pueblos Inuit, Métis y First Nations entre otros estuvo oficialmente vigente en Canadá desde 1883, cuando se dispuso la creación de estas instituciones que buscaban asimilar a los habitantes aborígenes a los usos y costumbres de la sociedad occidental. A partir de 1920, la asistencia de los indígenas de 7 a 16 años se hizo obligatoria.

A lo largo de los últimos treinta años se han sucedido diversas peticiones de perdón. Los primeros en hacerlo, en marzo de 1991, fueron los obispos de la Conferencia Episcopal y los responsables de las órdenes religiosas que se encontraban al frente de los internados. En julio de ese mismo año lo hicieron por primera vez los Oblatos de María Inmaculada, bajo cuya responsabilidad se encontraban varias escuelas, en concreto la de Kamloops hasta 1969. También en 2009, el Papa Benedicto XVI expresó “su dolor por la angustia causada por la deplorable conducta de algunos miembros de la Iglesia en Canadá” a los indígenas.

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