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Copa Libertadores, el temor a reincidir en la violencia

Vuelven a enfrentarse River y Boca en una eliminatoria del torneo más importante de Latinoamérica. Un experto en psicología deportiva explica de dónde viene el fanatismo y por qué provoca eventos como los de noviembre de 2018.

El delantero de River Plate Lucas Pratto (c) discute con varios jugadores de Boca Juniors durante el partido que River Plate y Boca Juniors jugaron en el estadio Santiago Bernabeu de Madrid (Juan Carlos Hidalgo/EFE)

15 minutos. Las semifinales de la Copa Libertadores enfrentan nuevamente a River Plate y Boca y, junto con el superclásico, vuelven los temores de que se repita la violencia que se vivió en 2018.

"Los eventos que provocan tensión en el ambiente -tales como los terremotos, la guerra y los acontecimientos deportivos- y sobre una gran cantidad de gente en áreas definidas, pueden incrementar el riesgo de accidentes cardiovasculares".

Esto exponen las primeras líneas de un artículo de investigación publicado en 2008 por The New England Journal of Medicine.

La revista médica norteamericana inició un estudio durante el Mundial de Fútbol de Alemania 2006 en el que partió de la hipótesis de que en el país europeo, donde ese deporte es particularmente popular, los partidos que involucraran a la selección nacional podrían ser un desencadenante lo suficientemente fuerte como para generar un aumento en los episodios cardíacos.

Y así fue. Los resultados demostraron que durante los días en los que la selección de Alemania jugó algún partido, la frecuencia de eventos cardíacos fue 2,66 veces mayor en aficionados alemanes, comparado con un periodo normal, es decir, en meses diferentes a los ocupados por la Copa del Mundo.

Uno de tantos

Santiago "Tano" Pasman se convirtió en uno de los hinchas más famosos de River Plate luego de que se diera a conocer un video en el que reaccionaba frenéticamente al descenso de categoría de su club en el fútbol argentino.

"Estoy histérico", decía Pasman a Efe en la previa del "súperclásico", cuando River y Boca Juniors se enfrentarían en aquella legendaria final de la Copa Libertadores en 2018.

Una final que, si bien para el club de la banda roja la celebración perdurará hasta el fin de los tiempos, para muchos otros dejó sabor a poco y una gran cantidad de cuestiones sobre las que reflexionar.

En su testimonio, Pasman contaba que cada vez que River juega un partido importante tiene que consultar al médico. Y es que durante una de las semifinales de la Copa Sudamericana tuvo una isquemia, cuyo diagnóstico fue el estrés.

"Los partidos los vivís con una adrenalina y tensión que no es normal. Las pulsaciones se te van a mil, gritás los goles y quizás te baja la presión"

Santiago Pasman, fanático de River Plate

El fanatismo

Ahora, el fútbol vuelve a cruzar en una instancia eliminatoria de la Copa Libertadores a River y Boca, que se enfrentan por las semifinales de ese torneo.

Este enfrentamiento trae a la memoria, inevitablemente, los violentos acontecimientos previos a la final del "superclásico" de noviembre de 2018, que obligaron a trasladar el partido a Madrid.

El jugador Gonzalo Lamardo (c) de Boca Juniors luego de la suspensión del partido de la final de la Copa Libertadores en el estadio Monumental en Buenos Aires (Juan Ignacio Roncoroni/EFE)
El jugador Gonzalo Lamardo (c) de Boca Juniors luego de la suspensión del partido de la final de la Copa Libertadores en el estadio Monumental en Buenos Aires (Juan Ignacio Roncoroni/EFE)

El principal desencadenante de lo acontecido, algunos dicen, fue el fanatismo, por lo que cabe cuestionarse qué motiva a las personas a sentir esa aprehensión tan fuerte por el deporte, que puede llevarlas, por ejemplo, a apedrear el bus del equipo rival, como ocurrió en Buenos Aires.

El director del Posgrado de Psicología del Deporte de la Universidad Austral (Argentina), Sebastián Blasco, explicó a Efe que, en su disciplina, existe un fenómeno llamado "identidad exclusiva", es decir, definirse por lo que uno hace. "Y el deporte lo refleja casi como ninguna otra actividad".

El problema está, según Blasco, en que las personas confunden lo que hacen con lo que son y, a menudo, "terminan midiéndose en torno a resultados". "Si ganamos nos creemos importantes y si perdemos no valemos nada", continúa.

Además, dice, cuando las personas tienen una insatisfacción muy grande, muchas veces se alienan. De esa forma, buscan algo externo para contentarse y satisfacer la carencia interna, que en este caso podría ser el fútbol. Pero eso no es auténtico y por eso llega el fanatismo.

La violencia

Uno de los temores, que está de alguna forma presente en cada evento deportivo que se disputa, sobre todo, en los países más eufóricos, es que se reincida en la violencia en las próximas semifinales de River y Boca.

"Es muy interesante repensar el origen del deporte, que deriva de actividades que, en un primer momento, estaban destinadas a la supervivencia. El hombre empieza a correr para salvarse, para cazar. Luego estuvo muy ligado a cuestiones bélicas y, si te ponés a pensar dentro de un relato futbolístico cuántas palabras tienen su origen bélico, te vas a dar cuenta", comenta Blasco.

El deporte, en su esencia, requiere de agresividad, pero no hay que confundirla con la violencia. La primera tiene que ver con la energía necesaria para poder efectuar una actividad y la segunda es la conversión de la primera en un algo para poder amedrentar a otro.

Despliegue policial en la final 2018 entre Boca y River
Integrantes de la policía argentina caminan por la pista del estadio Monumental en el partido de la final de la Copa Libertadores entre River Plate y Boca Juniors en Buenos Aires (Juan Ignacio Roncoroni/EFE)

El ser humano apela al fanatismo porque, de alguna forma, necesita diferenciarse del otro, sobre todo, porque no se acepta internamente. Por ende, como no se acepta a sí mismo, no puede encontrarse con el otro. De ahí, la violencia, según indica el psicólogo deportivo.

La solución

"La solución es tomar consciencia desde el rol de cada uno, como hincha, espectador, formador e inclusive como jugador", manifiesta el experto.

"Si tomamos consciencia de la propia finitud, de la limitación, de que nos podemos equivocar y el otro también, no vamos a exigir resultados ni ser tan "exitistas", sino que vamos a poder empatizar, comprender y vivir el deporte como un juego".

Sebastián Blasco, director del Posgrado de Psicología del Deporte de la Universidad Austral

Desde los formadores, la responsabilidad está en educar en la iniciación deportiva. “Si se observa un potrero -apunta Blasco- queda de manifiesto que los niños imitan lo que ven en los jugadores profesionales, a los que definen como "héroes epocales", que son empoderados y, les guste o no, tienen la responsabilidad de ser un agente de cambio positivo para la sociedad”.

Efectivamente, lo que pasa en el campo de juego funciona como un espejo para la sociedad. La tarea está en generar un ecosistema más realista, entre todos, donde no haya héroes ni fracasados. Donde tolerar la diferencia y al otro es la clave para construir un deporte en el que prime la paz.

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