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Un instinto muy humano que censuró el coronavirus: tocar

La actual crisis sanitaria no solo deja infectados y muerte a su paso. También nos invita a reflexionar sobre el contacto interpersonal y la relación con la naturaleza, en particular con los animales silvestres

15 minutos. ¿Sabías que te puedes tocar el rostro unas 400 veces al día? Sí, cuatrocientas. A eso le sumas los besos y apretones de manos al saludar, los amapuches a las mascotas propias y ajenas y el abrazo del invasivo que nunca falta.

El contacto físico es instintivo entre los humanos, al menos en la mayoría (hay quienes sufren de hafefobia o miedo irracional a ser tocado y también existen sociedades más permisivas que otras en ese aspecto). Tocar es algo que la tecnología ha vuelto menos frecuente y que las enfermedades emergentes se empeñan en reprimir. Tal es el caso del nuevo coronavirus, identificado como SARS-Cov-2; y de la patología que produce, denominada COVID-19.

El 31 de diciembre de 2019 se notificó por primera vez en Wuhan (China). Desde entonces, la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó más de un millón de casos y de 50.000 muertes en 206 países. Una pandemia indetenible.

A este nuevo coronavirus no le desagrada el tacto; al contrario, vive gracias a él. Por eso, resulta mortal para las personas sociables. Según la OMS, COVID-19 se transmite cuando alguien infectado expulsa gotas al toser o exhalar y estas caen sobre los objetos. Dichas burbujas invisibles se vuelven maliciosas al ingresar a los ojos, nariz o boca. ¿Cómo llegan ahí? Una persona sana se toca la cara con las manos contaminadas o inhala las gotículas.

“Por eso es importante mantenerse a más de 1 metro (3 pies) de distancia de una persona que se encuentre enferma”, sugiere la OMS. Algunos países han sido más drásticos. Argentina y Reino Unido sugieren alejarse 2 metros; Australia, 1,5 metros; China, 4,5 metros según estudios científicos recientes sobre la supervivencia del virus en el aire (30 minutos). Como puedes apreciar, no hay uniformidad de criterios en este sentido.

No tan cerca, por favor

Un instinto muy humano que censuró el coronavirus: tocar
A este nuevo coronavirus no le desagrada el tacto; al contrario, vive gracias a él (Pixabay)

El distanciamiento social es una de las medidas más efectivas para mantener a raya al coronavirus. No solo porque no existe tratamiento que lo prevenga o cure, sino porque “en teoría, pudiera afectar a toda la población, ya que no tenemos ningún nivel de inmunidad, es un virus nuevo que no conocemos”. Así lo explica Flor Pujol, individuo de número de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela, en entrevista con 15minutos.com.

Para el antropólogo estadounidense Edward Twitchell Hall (1914-2009), existen cuatro tipos de distancias interpersonales: íntima, que oscila entre 15 y 45 centímetros (cm); personal, de 46 a 120 cm; social, desde 120 hasta 360 cm; y pública, que sobrepasa los 360 cm. Como se puede observar, la recomendación de la OMS va en sintonía con la proxémica social de este científico.

Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de Estados Unidos (EEUU), también aconseja el alejamiento. “Algunas personas no entienden lo que eso significa. Simplemente significa separarse lo mejor que pueda”, dijo recientemente Fauci para la NEJM Journal Watch.

El experto sugiere evitar las multitudes y no viajar en aviones, “particularmente con una condición subyacente”. Tampoco subirse a cruceros. “Y si tiene una persona en su propio hogar que está inmunocomprometida o cae en ese grupo comprometido, casi que tiene que actuar como si usted mismo estuviera infectado”, asegura.

Según Fauci, es imprescindible hacer las cosas de otra forma, cambiarnos el chip social. “Preste atención al hecho de que debe actuar de manera diferente como nunca antes lo había hecho. Realmente tiene que ser socialmente distante”.

Lavando impurezas

Adicionalmente, es necesario reforzar nuestra higiene personal. “Lavarnos las manos frecuentemente y recordar, aunque es difícil adquirir el hábito, no llevarnos las manos a la cara si no han sido lavadas previamente”, precisa la bióloga venezolana, Flor Pujol.

Un instinto muy humano que censuró el coronavirus: tocar
Es imprescindible hacer las cosas de otra forma, cambiarnos el chip social (Pixabay)

“Si no nos llevamos las manos a la cara, guardamos una distancia prudencial y evitamos besos y contacto cercano con personas que puedan estar infectadas, vamos a evitar el contagio”, indica.

De acuerdo con la OMS, el lavado regular de las manos con agua y jabón o con un desinfectante a base de alcohol es capaz de matar a los virus. De hecho, es mejor arma anticoronavirus que el uso de guantes. “El hecho ‎de llevarlos puestos no impide el contagio, ya que si uno se toca la cara ‎mientras los lleva, la contaminación pasa del guante a la cara y puede ‎causar la infección”.

Entretanto, Fauci hace énfasis en los más vulnerables. “Si tiene una afección subyacente con la que todos están familiarizados (enfermedad pulmonar obstructiva crónica, enfermedad cardiovascular, insuficiencia congestiva, diabetes), cualquier cosa que pueda comprometer su sistema inmunológico; si se infecta, entonces tiene mucho mayor posibilidad de tener una complicación”.

Animales silvestres, en el centro de la polémica

Un instinto muy humano que censuró el coronavirus: tocar
El causante del Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS), identificado en Arabia Saudí en 2012, es el dromedario (Pixabay)

La OMS recuerda que los coronavirus abarcan una amplia familia de virus comunes entre animales. Aunque raras veces afectan a los humanos, estos son susceptibles de portarlos y propagarlos.

Por ejemplo, el primer Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS), ocurrido entre 2002 y 2003, estuvo asociado a gatos civetas del Himalaya. En cambio, el causante del Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS), identificado en Arabia Saudí en 2012, es el dromedario. Por su parte, el virus del Ébola, detectado en 1976 en dos brotes simultáneos en Nzara (hoy Sudán del Sur) y Yambuku (República Democrática del Congo), tiene como huésped natural al murciélago frugívoro de la familia Pteropodidae. De hecho, se cree que el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) se originó entre primates no humanos en África occidental.

La Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) sostiene que el 60 % de las enfermedades humanas infecciosas son zoonóticas, es decir, se transmiten entre animales y humanos. Además, cerca del 75 % de los agentes patógenos de las enfermedades infecciosas emergentes del ser humano son de origen animal.

“Los animales silvestres representan a la vez un blanco y un reservorio de agentes patógenos, tanto para los animales domésticos como para el hombre”, señala la OIE. El jabalí por sí solo tiene la capacidad de actuar como reservorio de fiebre aftosa, pseudorrabia, triquinosis, peste porcina clásica y brucelosis.

La OIE aclara que el término silvestre “designa un animal cuyo fenotipo no se ha visto afectado por la selección humana y que vive independiente de la supervisión o el control directo de seres humanos”.

Repensar el presente para encaminar el futuro

Como lo informa Pujol, “siempre estamos expuestos a que haya ese salto de especie. Y como no tenemos inmunidad previa, se infectan muchas personas en el mundo. Por ende, pueden ocurrir estas pandemias”.

Sin embargo, el otro lado de la moneda no está precisamente relacionado con la salud. Mientras un millón de especies vegetales y animales están en peligro de extinción, la demanda de productos derivados de la vida silvestre gira en torno a los 23.000 millones de dólares anuales, estima el Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA).

“El comercio ilegal de vida silvestre continúa representando un peligro real para la biodiversidad y los ecosistemas, y también para la salud humana, ya que una serie de enfermedades emergentes provienen de productos animales”, afirma PNUMA.

¿Qué nos está queriendo mostrar toda esta información? Para la viróloga venezolana, la respuesta es obvia para quien quiera verla. “Debemos dejar de tener tanto contacto con animales silvestres. De alguna forma, interferir menos en la vida natural. Esto también son lecciones de lo que es la ecología, de por qué tenemos que preservar los ambientes naturales. Ya los animales no tienen ninguna responsabilidad en la transmisión que está ocurriendo”.

Pero, ante todo, tranquilidad y cordura. “La recomendación más importante que podemos hacer es, primero, ocuparnos y no preocuparnos. Tenemos muchas epidemias andando y el coronavirus es una más”, acota Pujol.

También ten en cuenta que nos tocamos el rostro unas 400 ocasiones al día. Calcula ahora cuántas veces te lavas las manos antes de hacerlo. No te preocupes. Ocúpate.

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