La pérdida de este elemento vital está estrechamente relacionada con el calentamiento y la acidificación de los océanos
El promedio mundial de desoxigenación esconde unos cambios locales que podrían ser más severos en latitudes medias o altas (Pixabay)
7 de diciembre de 2019 10:58 AM | Con información de EFE
15 minutos. El inventario mundial de oxígeno oceánico ha disminuido un 2 % entre 1960 y 2010. En este sentido, se prevé que para el año 2100 esa cantidad se reduzca entre un 3 % y un 4 % adicional. Esto, a causa del calentamiento global, con efectos dramáticos sobre los hábitats y las economías costeras que dependen de ellos.
Así se desprende del informe de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) La desoxigenación de los océanos: un problema de todos. El reporte fue presentado este sábado en la XXV Conferencia de Naciones Unidas Sobre Cambio Climático (COP25).
Según el estudio, la pérdida de oxígeno oceánico está estrechamente relacionada con el calentamiento y la acidificación de los océanos.
Todo esto, lo causa el aumento de dióxido de carbono (CO2).
También es consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y de la llamada fertilización de los océanos.
La mayor parte del exceso de calor retenido por la Tierra la absorben los océanos. Esto inhibe la difusión del oxígeno de la superficie a las profundidades.
El aumento de nutrientes que llegan a través de los ríos promueve la proliferación de algas y el consiguiente aumento de la demanda de oxígeno. Así lo explicó Dan Laffoley, del programa de Ciencia y Conservación Marina de la UICN.
Según el informe, el promedio mundial de desoxigenación esconde unos cambios locales que podrían ser más severos en latitudes medias o altas.
Algunas simulaciones de modelos océanicos proyectan para el año 2100 una disminución del stock de oxígeno oceánico de hasta un 7 % en un escenario sin cambios.
La investigación identificó más de 900 zonas costeras y mares semicerrados en todo el mundo objeto de los efectos de la eutrofización. Es decir, de enriquecimiento excesivo de las aguas con nutrientes o materia orgánica.
Más de 700 tienen problemas de hipoxia (falta de oxígeno) y el volumen de aguas completamente agotadas de oxígeno se cuadruplicó, según el informe.
Los científicos señalan que la combinación de la hipoxia inducida por la eutrofización se revierte si se adoptan las medidas necesarias. Sin embargo, la hipoxia causada por el calentamiento del planeta es más difícil de combatir.
Por eso, insisten en la necesidad de acometer un "esfuerzo drástico" de reducción de las emisiones de GEI para atenuar el índice de disminución del oxígeno de los océanos del mundo o desoxigenación. Un nuevo problema de importancia mundial aun desconocido, subrayó Lisa Levin, del Scripps Institution of Oceanography.
Más allá de los daños provocados por acciones humanas como la sobrepesca, contaminación, destrucción de hábitats o los plásticos, no existe una variable ambiental de tal importancia ecológica para los ecosistemas marinos que haya cambiado tan drásticamente en tan poco tiempo a consecuencia de las actividades humanas como el oxígeno disuelto. Así lo aseveró John Baxter, experto en Áreas Protegidas de la UICN.
Según Baxter, aunque se conocen las causas, no se presta atención a las consecuencias que a largo plazo este fenómeno tendrá para la salud humana, la economía y la sociedad. Específicamente, pérdida de biodiversidad, cambios en la distribución de las especies, desplazamiento o reducción de los recursos pesqueros y cambios en los ciclos biogeoquímicos.
El informe apunta al océano como una de las fuentes de oxígeno para la atmósfera.
Pero las repercusiones de la desoxigenación no se limitan a los mares cerrados o semicerrados. Aquellas zonas cuyo contenido de oxígeno es limitado, se expandieron drásticamente en la mayor parte del Atlántico en los últimos 50 a 100 años. Incluso en mares conectados como el Mediterráneo.
Y además de encontrarse en muchas aguas costeras, la falta de oxígeno también se aprecia a profundidades medias, generalmente entre 300 y 1.000 metros, las más ricas en biodiversidad. Por ejemplo, en la cuenca Atlántica, con una importante reducción en los últimos 60 años.
Para Lisa Levin, "sí existen soluciones", pero pasan necesariamente por una "mayor ambición" en la reducción de las emisiones de GEI. Un objetivo que está en manos de los gobiernos "a través de múltiples vías".
Igualmente, apuntó la necesidad de reducir los vertidos procedentes de la agricultura, industria o aguas residuales. Además de evitar "otras fuentes de estrés para los océanos", como la contaminación y sobrepesca. También abogó por potenciar la creación de áreas marinas protegidas e "incluir a los océanos en las negociaciones que se llevan a cabo en esta COP Azul".