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Hasta 7 días deben esperar en España para enterrar a sus seres queridos

Gestionar una pérdida se convierte en una pesadilla agravada por la saturación de los servicios funerarios

En Madrid hay dos morgues provisionales donde llegan los cuerpos trasladados por la Unidad Militar de Emergencias (Elvira Urquijo A./EFE)

15 minutos. El coronavirus transformó la muerte. Sin velatorios ni despedidas, gestionar la pérdida de un familiar se convierte en una pesadilla agravada por la saturación de los servicios funerarios: retrasos de dos o tres días para enterrar en Madrid que en algunos casos superan la semana.

Más de una semana "sin certezas", con familias que denuncian falta de información sobre la ubicación de los restos o la ausencia de plazos claros.

Desinformación y perplejidad

Esta situación la vive Julia con su padre, Manuel Rodríguez Ureña, que el pasado 25 de marzo falleció con "posible COVID-19", pues sin el test no hay certeza.

Transcurrieron dos días antes de que la funeraria recogiese sus restos de la residencia y los trasladase al tanatorio de un pueblo próximo a Madrid. Y van ya diez días sin noticias para enterrar, pese a que incluso "la lápida ya está abierta".

Julia habla de "perplejidad", ya que entiende que en una situación de saturación y de emergencia existan retrasos. Lo que no entiende es la falta de información por parte de su funeraria, que no da ninguna razón para explicar qué ocurre.

No comprende que "mantengan a las familias en este estado de desinformación absoluta, sin poder dar una fecha probable", lamenta.

El miedo de Julia, que hace días mantiene su móvil libre de llamadas por si recibe noticias, es no conseguir enterrar a su padre. "Ni siquiera respetar este último deseo suyo que era ser enterrado en la tierra de su familia", afirma.

Su caso no es único. Alicia Alvite, hija de Celestino Alvite Sánchez, vivió un desasosiego similar. Su padre, de 83 años, murió el 20 de marzo en el sureste de Madrid, debido a una obstrucción intestinal.

En su empresa funeraria le dijeron que incinerarían sus restos cuatro días después, pero Alicia pasó 11 días reclamando información. Muchos días no logró que le cogiesen el teléfono, hasta que le indicaron que la incineración se produjo dos días después de la muerte.

Le pidieron "mil disculpas" y ella decidió reclarmarles por la "angustia" de la situación: "11 días sin tener noticias de dónde y cómo estaba mi padre".

Desde una funeraria de Madrid señalan que buscan agilizar al máximo los trámites. Sin embargo, "a pesar de estos esfuerzos para minimizar el impacto sobre el servicio, la situación está condicionando las diferentes fases del proceso".

Un sector saturado

Desde la Asociación Nacional de Servicios Funerarios, Panasef, admiten algunos de estos problemas, aunque hablan de retrasos de dos o tres días.

Para que estas demoras no se extiendan, las empresas funerarias están llevando los cadáveres a otras provincias para su incineración.

Los 28 crematorios privados de la región solo tienen capacidad hacer 60 incineraciones cada día, una cifra similar a la de la Funeraria del Ayuntamiento de Madrid, que no supera las 70 cremaciones diarias en sus ocho hornos y negocia el traslado de los cuerpos a otros territorios.

Cada día mueren en Madrid más de 300 personas con coronavirus. En una semana se gestionan las mismas muertes que el sector viviría en un mes normal.

Juan José López Vivas, vicepresidente de Panasef, explica que con las acciones tomadas consiguen no aumentar la demora, sino para estas empresas el mayor problema es no poder localizar a los difuntos.

Panasef achaca la situación a que no se contó con el sector al crear las morgues provisionales en Madrid, al contrario de lo que ocurre en Barcelona.

En Madrid actualmente hay dos grandes morgues provisionales y a ellas llegan los cuerpos trasladados por la Unidad Militar de Emergencias. Sin embargo, las funerarias no siempre saben a cuál de estos centros se llevó al difunto.

"El 'no sabemos dónde se encuentra’ crea la alarma", señala López Vivas, quien matiza que casi siempre los cuerpos se localizan rápidamente.

El sector funerario vive estos días "situaciones muy tensas" y en algunos casos tuvo que adoptar soluciones especialmente duras para almacenar los cuerpos.

Es el caso de un tanatorio en el sur de Madrid, propiedad del Ayuntamiento. De hecho, allí tuvieron que contratar cinco camiones frigoríficos para albergar los cuerpos, según confirman desde el consistorio mostoleño.

Denuncia de precios

A estas denuncias se unen las de los precios, pues algunas familias explican que se cobraron servicios que no se prestan, como el de los velatorios, prohibidos en todo el Estado desde el pasado 30 de marzo.

La factura por la muerte de un familiar en Madrid puede suponer cerca de 4.000 euros. Lo sabe Carlos, que denunció los 305 euros cobrados por una bolsa estanca por parte de la funeraria municipal cuando, a su juicio, las familias no deberían acarrear los costes provocados por el retraso en la cremación de los restos.

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