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Habrá recuperación pero será desigual: esta es la proyección de la OCDE para la economía global

"Por primera vez desde que comenzó la pandemia, ahora hay esperanza", dijo el organismo

La OCDE considera que la situación sigue siendo "excepcionalmente incierta" (Pixabay)

15 minutos. La OCDE empieza a ver la luz al final del túnel gracias a las expectativas que generaron las vacunas para la COVID-19 y en su proyección revisa ligeramente al alza sus negras perspectivas para la economía global en 2020. Sin embargo, advirtió que la recuperación desde 2021 será muy desigual y tardará en llegar para muchos países.

Por primera vez desde que comenzó la pandemia, ahora hay esperanza en un futuro más brillante“. Así lo destacó la economista jefe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Laurence Boone, en su informe semestral de perspectivas.

La economía mundial sufrirá este año una caída del 4,2 %. Esto supone 3 décimas menos de lo que la OCDE calculaba hace 2 meses y medio en su proyección anual.

Con un crecimiento del 4,2 % en 2021 (8 décimas menos de lo anticipado en septiembre), el producto interior bruto (PIB) global recuperará los niveles previos a la crisis a finales de ese ejercicio y subirá otro 3,7 % en 2022.

Diferencias notables

No obstante, las diferencias serán muy notables por países. El gran ganador en términos comparativos será China, que no solo será el único miembro del G20 que evitará en este ejercicio la recesión (su PIB aumentará un 1,8 %), sino que tendrá el mayor rebote con diferencia el próximo año (8 %).

La otra cara de la moneda son los países que están sufriendo nuevos rebrotes del coronavirus. Específicamente, los europeos, pero también Atentado suicida en Afganistán dejó al menos 30 muertosSudáfrica, México, la India y muy particularmente Argentina.

La zona euro en conjunto se hundirá un 7,5 % en 2020 (la baja llegará a un máximo del 11,6 % en España) antes de recuperar un 3,6 % en 2021. El Reino Unido caerá un 11,2 % para luego avanzar un 4,2 %.

Cuando termine el año próximo, mientras la producción en China será casi un 10 % superior a la que tenía antes de la crisis y Estados Unidos (EEUU) estará prácticamente en tablas, Argentina seguirá acumulando una pérdida del 8 %, el Reino Unido alrededor del 6,5 %, España casi un 6 %, Colombia, México e Italia entre un 4 % y un 5 % y Francia más del 2 %.

Nivel de incertidumbre excepcional

En su proyección, la OCDE considera que la situación sigue siendo “excepcionalmente incierta”, con posibilidad de una mejora más rápida en caso de que se aceleren el desarrollo y la distribución de las vacunas. Ello reduciría la incertidumbre y la necesidad de ahorro de precaución, que podría dirigirse a la inversión y el consumo.

Pero mientras eso podría suponer una inyección de 3 billones de dólares al PIB mundial de aquí a fines de 2022, tampoco se puede descartar el riesgo a la baja si los brotes se intensifican de forma más amplia, como ocurre en Europa. O si el despliegue de la vacunación se retrasara y eso amputaría la producción en unos 4 billones en los 2 próximos años.

Boone dijo que “los más vulnerables seguirán sufriendo de forma desproporcionada”, como los trabajadores con baja cualificación que perdieron su empleo. Por eso, los Gobiernos tienen que dirigir sus ayudas de forma especial a ellos.

La OCDE insiste en que la perspectiva de las vacunas no debe ser una excusa para que los Gobiernos retiren de forma prematura esos dispositivos de apoyo.

3 prioridades políticas

Y aunque es verdad que el gasto público masivo para contener los efectos de la pandemia está elevando la deuda pública a niveles récord, al mismo tiempo los intereses que tienen que pagar los Estados son bajísimos gracias a la acción de los bancos centrales.

De hecho, el servicio de la deuda que tienen que pagar la mayor parte de los países de la organización (salvo algunas excepciones, como EEUU y sobre todo México) es inferior al que tenían en 2014, un momento crítico de la crisis financiera.

Para la economista jefe de la OCDE, hay al menos 3 prioridades políticas: invertir en bienes y servicios esenciales como la educación, la salud y las infraestructuras físicas y digitales; actuar para corregir el crecimiento de la pobreza y las desigualdades de ingresos; y la cooperación internacional.

Sobre este último punto, Boone advierte de que el proteccionismo y el cierre de fronteras no es una respuesta a la situación actual, la primera crisis plenamente global desde la Segunda Guerra Mundial. Una tendencia que hay que modificar, entre otras cosas para evitar que la crisis sanitaria y económica acabe siendo también financiera.

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