Este viernes, las autoridades hicieron públicos 447 casos confirmados de COVID-19 prisiones de Hubei, Zhejiang y Shandong
Según el último balance de la Comisión Nacional de Sanidad, la enfermedad causada por el nuevo coronavirus dejó ya 2.236 fallecidos (Foto referencial/Flickr)
21 de febrero de 2020 12:51 PM | Víctor Escribano (EFE)
15 minutos. Los nuevos casos de COVID-19, la enfermedad causada por el coronavirus de Wuhan, siguen aumentando aunque a un ritmo más lento en China, donde el foco se sitúa en varias cárceles del país que comenzaron a registrar un alto número de contagios.
Según el último balance de la Comisión Nacional de Sanidad, la enfermedad dejó 2.236 fallecidos entre los casi 75.500 casos registrados hasta este viernes.
Estas cifras suponen un aumento de 889 casos y 118 muertes con respecto al día anterior. La mayoría de fallecimientos (115) se registraron en la provincia de Hubei, foco de la epidemia.
Hasta el momento, esa región centro-oriental acumula el 83 % de los casos confirmados y el 96 % de los fallecimientos en toda China.
Así pues, Hubei continúa siendo, con mucha diferencia, el mayor foco mundial del COVID-19. Aunque una treintena de países cuentan con casos diagnosticados, China acapara en torno al 99 % de los infectados.
En la jornada de este viernes, las autoridades hicieron públicos 447 casos confirmados de COVID-19 en cárceles de las provincias de Hubei, Zhejiang y Shandong.
La prensa oficial se hizo eco de estas informaciones y achacó la llegada del virus a las prisiones a la masificación en esos centros y a sus precarias instalaciones médicas.
"No es fácil detectar a los pacientes sospechosos (de haber contraído el COVID-19) y cortar las cadenas de transmisión a tiempo con las insuficientes instalaciones médicas en las cárceles". Así lo explicó un funcionario de prisiones anónimo al diario estatal Global Times.
Asimismo, el hacinamiento de reos en los centros penitenciarios podría suponer un peligro añadido. Esto, debido a la capacidad de transmisión del coronavirus en espacios cerrados que albergan a muchas personas.
La respuesta de las autoridades fue la habitual durante estas semanas de epidemia: poner algunos de esos presidios bajo cuarentena. Además, abrir una investigación interna y destituir a una decena de responsables. Entre ellos, el director de la cárcel de mujeres de Wuhan (capital de Hubei) y el secretario del Partido Comunista en el Departamento de Justicia de Shandong.
En la prisión femenina de Wuhan se detectaron hasta ahora 230 casos, que no fueron añadidos hasta el momento al conteo general en Hubei. Según las explicaciones oficiales, las cárceles de Hubei no tienen un sistema informático para notificar de estos contagios.
En la cárcel de Rencheng, en Shandong, se informó de 207 casos, siete funcionarios y doscientos presos. Mientras que en el total de la provincia, la segunda más poblada del país, solo se añadieron otros dos al balance global. Algo que sirve de ejemplo sobre el peligro que supone la llegada del virus a las cárceles chinas.
Mientras tanto, Pekín trata de ofrecer una imagen de calma y optimismo sobre el estado de la lucha contra el virus.
El subdirector de la Comisión Nacional de Sanidad, Zeng Yixin, aseguró que los últimos datos muestran que "la situación general de la epidemia está desarrollando perspectivas positivas a nivel nacional" y que "la tendencia del brote está bajo control".
En una rueda de prensa celebrada en la capital, el número dos de la Comisión quiso destacar que durante la jornada del jueves no se registró ningún caso nuevo en 14 de las 34 regiones del país.
Zeng celebró que los nuevos casos diarios cayeron desde el máximo de más de 15.000 del 12 de febrero a los 900 de ayer, tendencia a la baja que también siguen las cifras oficiales en Hubei.
No obstante, aquel máximo se registró justo después de que se relajasen las condiciones para considerar infectada a una persona y las bajas cifras de ayer y anteayer se deben, en parte, a que las autoridades dieron marcha atrás y volvieron a establecer un sistema más estricto para contabilizar los contagios.
A principios de mes, millones de chinos mostraron su indignación por el fallecimiento de Li Wenliang, un médico que fue amonestado por la Policía después de haber alertado del coronavirus cuando todavía no era más que una "misteriosa neumonía de origen desconocido".
Este viernes, la agencia estatal Xinhua recogió la muerte por COVID-19 de Peng Yinhua, un doctor de 29 años hospitalizado desde el 25 de enero después de trabajar en uno de los principales hospitales de Wuhan durante las primeras semanas del brote.
Según relataron sus compañeros a la prensa local, Peng vio a más de 300 pacientes en dos días.
El portal de noticias Sina asegura que el joven médico deja a una prometida embarazada, con quien acordó posponer su boda hasta que la epidemia remitiese.
Aunque las autoridades no ofrecieron cifras actualizadas al respecto desde entonces, el pasado 11 de febrero indicaron que más de 1.700 trabajadores médicos contrajeron el coronavirus y que seis de ellos fallecieron por la enfermedad, cifras que aumentaron desde ese día.
China envió a más de 30.000 médicos a Hubei para reforzar los servicios sanitarios de la provincia, superados por la epidemia. La maquinaria propagandística se centró en estas últimas semanas en ensalzar su sacrificio.
De hecho, las autoridades anunciaron esta misma semana que otorgarán el título de "mártires" a los trabajadores sanitarios que mueran durante la lucha contra el coronavirus y que compensarán a sus familias.