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Un trapo rojo, el SOS de los más pobres en Colombia

En muchas casas de Soacha, cuelgan un trapo rojo indicando que allí vive gente que necesita comida y no tiene como conseguirla por la cuarentena

Al menos el 36 % de la población en Soacha vive en pobreza extrema (Mauricio Dueñas Castañeda/EFE)

15 minutos. En muchas ventanas de las casas de Soacha, municipio aledaño a Bogotá, hay colgado algún trapo rojo que indica que en esa vivienda hay gente que necesita comida urgente y no tiene como conseguirla por la cuarentena del coronavirus, por lo que apelan a la buena voluntad de los demás.

Ese fenómeno es más visible en la Comuna 4 de Cazucá, levantada sobre una montaña, con calles mayoritariamente sin asfalto. Allí casi todas las casas tienen un trapo rojo colgando porque quienes las habitan no tienen medios para abastecerse durante la cuarentena.

El alcalde de Soacha, Juan Carlos Saldarriaga, explica que la mayoría de los habitantes de esta zona "viven del trabajo diario, del rebusque". De hecho, muchas mujeres de la localidad trabajan haciendo el aseo en empresas o viviendas de Bogotá.

"Hoy, por el aislamiento, no pueden salir a trabajar con lo que se rebuscan diariamente", dice el alcalde. Por ello, a diferencia de otras zonas, los pobladores de Cazucá deben apelar a la solidaridad externa y no a la de los vecinos, igual de pobres.

Saldarriaga cree que "podría morir más gente de hambre que del propio coronavirus" en Soacha, uno de los municipios con densidad poblacional más alta de América Latina, con 290 personas por kilómetro cuadrado, y con el 36 % de su población en pobreza extrema.

Contrarrestando las aglomeraciones

La iniciativa del trapo rojo comenzó la semana pasada. En una ocasión, el alcalde le dijo a la comunidad "que aquellos que tuvieran una necesidad de hambre" se lo hicieran saber poniendo la prenda para poder hacerles llegar un mercado sin necesidad de salir a la calle.

"Lo que esto nos permitió es que no haya aglomeraciones, sino que le gente esté tranquila en su casa, esperando a que lleguemos con ese mercado y eso yo quiero agradecérselos porque vamos a poder repartir más de 200.000 mercados", dice.

Esto contrasta con la situación al comienzo de la cuarentena, cuando las calles estaban repletas de gente alegando que sus empleos están exentos del aislamiento.

Las mayores concentraciones de gente se vieron en la estación de Transmilenio de San Mateo, la más grande de Soacha. Hasta llegaron policías y militares en aquella ocasión, todos con mascarillas, para tratar de controlar la situación y evitar que hubiese gente que no estaba autorizada a salir de casa.

Donaciones de todos los sectores

Los mercados los donaron empresarios de diversos sectores, comerciantes del mercado mayorista de Corabastos, autoridades e incluso artistas como el cantante Fonseca.

La mayoría, detalla Saldarriaga, tienen "arroz, aceite, panela, azúcar, lentejas, fríjol y pasta". Sin embargo, esto varía dependiendo de quien lo done, pues algunos "entregaron el mercado armado y otros están donando dinero para que lo compremos".

El funcionario también es consciente de que están haciendo una gran labor. No obstante, es insuficiente, pues hay unas 300.000 familias, "la mitad del municipio, que requiere de una ayuda alimenticia".

Nadie estaba preparado

La estudiante Alejandra González está sola en su casa en Cazucá porque su mamá está cuidando a su abuela. La joven no tiene trabajo y es una de las beneficiarias de esta iniciativa, algo que agradece en unas "circunstancias donde es complicado" conseguir dinero.

"Esto es importante porque hay personas que no pueden abastecerse. Ni nosotros ni el Estado estaba preparado para esta pandemia", asegura.

González dice que se enteró de las donaciones gracias a una vecina que le contó "que debía poner el trapo porque iba a venir el alcalde y nos iba a colaborar a quienes necesitamos recursos".

Según ella, la iniciativa sacó lo mejor de los habitantes del barrio, pues cree que quien está bien piensa en cómo ayudar a los demás.

"Es una especie de red en el que no se piensa en el bien de uno sino en el bien de toda la sociedad. Entonces creo que esto permite que se piense en esas personas que trabajan a diario", concluye la joven, sonriente y con su mercado en mano.

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