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Hay pandemias no transmisibles que matan más que los virus: el cáncer es una de ellas

El SARS-CoV-2 ha causado casi 2,3 millones de fallecimientos en un año, pero esa cifra se quintuplica cuando hablamos de esta enfermedad celular: 10 millones de decesos en 2020. El 4 de febrero se celebra el Día Mundial contra el Cáncer, la segunda causa de muerte en el planeta

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), el crecimiento anormal de células que da lugar al cáncer constituye la segunda causa de muerte, después de las enfermedades cardiovasculares y seguida de la diabetes (Pixabay)

15 minutos. Evitamos pronunciar su nombre si el afectado es cercano a nosotros. Pero no es un estigma social parecido al del sida o incluso al del coronavirus descubierto en 2019. Es pánico. Miedo genuino. Los pacientes con cáncer están sometidos a profundo y continuo dolor, al igual que sus familiares, y no tienen la certeza de un desenlace feliz. Nadie se las garantiza.

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), el crecimiento anormal de células que da lugar al cáncer constituye la segunda causa de muerte, después de las enfermedades cardiovasculares y seguida de la diabetes.

Solo durante el 2020, fallecieron 10 millones de personas de cáncer, la mayoría (67 %) en países de ingresos medios o bajos. En total, se reportaron 19,3 millones de casos, indicó recientemente la OMS.

Antes de la aparición de la pandemia y de acuerdo con algunos meta-análisis, ha habido una “disminución dramática en tratamientos para pacientes con distintos tipos de cáncer debido a la inaccesibilidad a estos servicios y a una mala planificación estructural”. Así lo explicó Greisha Ortiz-Hernández, investigadora en cáncer de próstata y candidata al doctorado en el Centro de Disparidades en Salud y Medicina Molecular de la Universidad de Loma Linda en California, Estados Unidos (EEUU).

Un mal milenario pero relegado

Hay pandemias no transmisibles que matan más que los virus: el cáncer es una
De la noche a la mañana, la prioridad pasó a ser el nuevo coronavirus (Pixabay/Rene Bittner)

La COVID-19 exacerbó esa desatención. Le hizo sombra a una patología que ha acompañado al ser humano desde hace 3.000 años, aproximadamente. El resultado: “Retrasos en la detección, el diagnóstico y el tratamiento del cáncer”, alertó la Sociedad Americana del Cáncer (ACS) en su informe Cancer Statistics, 2021. Tales demoras se manifestarán “como una breve caída en los diagnósticos de cáncer, seguida en los próximos años de un aumento en los diagnósticos en etapa tardía y las muertes por cáncer”.

De la noche a la mañana, la prioridad pasó a ser el nuevo coronavirus. Pero ese no fue el único motivo por el que se descuidaron otras enfermedades como el cáncer. En EEUU, por ejemplo, muchos pacientes oncológicos dejaron de ir a consulta porque perdieron sus empleos y sus seguros médicos, o temen hacerlo si se exponen al virus.

Ni hablar de los efectos colaterales del confinamiento. “Los hábitos que pueden aumentar el riesgo de cáncer, como beber alcohol, no mantenerse físicamente activo y aumentar de peso, han aumentado durante la pandemia y pueden provocar problemas de salud a largo plazo”, advirtió la ACS.

En su reporte del pasado 12 de enero, la ACS anunció que la tasa de mortalidad por cáncer en EEUU había disminuido en 27 años, alcanzando un 31 % de 1991 a 2018. Esto se ha traducido en 3,2 millones de vidas salvadas. Las intervenciones tempranas han contribuido con esta merma, “especialmente la detección como resultado de la prueba del antígeno de próstata específico (PSA)”, aseguró la puertorriqueña Ortiz-Hernández en entrevista exclusiva con 15 minutos.

Cáncer y COVID-19, una dupla peligrosa

Sin embargo, la irrupción de la COVID-19 podría cambiar los pronósticos.

El Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson calcula que, para enero de 2021, unas 3.000 personas murieron diariamente en EEUU de coronavirus. “Muchos desarrollan complicaciones a largo plazo. Ahora es la tercera causa de muerte”, afirmó el Fred Hutchinson. Las primeras causas de muerte en EEUU reflejan la constante global: enfermedades cardiovasculares y cáncer.

No se sabe con claridad cuántas de esas víctimas tenían cáncer. Entre marzo y septiembre de 2020, un meta-análisis reveló que 5.000 pacientes oncológicos habían contraído la enfermedad en EEUU. De ese total, 100 habían muerto como consecuencia de la infección, no del cáncer. La experta de la californiana Universidad de Loma Linda informó que “lo que se espera, según las tendencias publicadas, es que estos números se multipliquen para todos los tipos de cáncer”.

¿Deben cuidarse más los pacientes oncológicos, tanto de la COVID-19 como de otros agentes contagiosos? “Definitivamente”, precisó Greisha Ortiz-Hernández. Ellos “tienen un sistema inmunológico comprometido, lo que los hace susceptible a cualquier enfermedad patogénica. Se recomienda que tanto el paciente como quienes los cuidan mantengan prácticas asépticas en todo momento, incluyendo el uso de mascarillas, distancia física y buena salud higiénica”.

Vacunarse con cáncer, ¿sí o no?

La respuesta no es tan simple como pudiera pensarse. La Agencia Europea del Medicamento (EMA) prefirió la cautela. “Los ensayos clínicos elaborados no necesariamente se han hecho con la participación de personas vulnerables y, por eso, carecemos de la información pertinente para recomendar su vacunación”, informó su directora, Emer Cooke.

Específicamente, se excluyeron a quienes recibían quimioterapia o medicamentos que alteran el sistema inmunológico dentro de los 6 meses posteriores a la detección del cáncer, aclaró el Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson.

Hay pandemias no transmisibles que matan más que los virus: el cáncer es una
Las vacunas deben estar al alcance de todos, incluso de pacientes oncológicos (EFE/EPA/Divyakant Solanki)

No se trató de un error. De acuerdo con Ortiz-Hernández, de la Universidad de Loma Linda de California, “los estudios deben evaluar primero si las vacunas funcionan en personas con sistemas inmunes saludables”. De hecho, “es un procedimiento operativo estándar en el desarrollo de vacunas”, confirmó el Fred Hutchinson.

En estos momentos -informó la experta puertorriqueña-, la mayor parte de los equipos médicos están exhortando a los pacientes con cáncer o con antecedentes de cáncer a vacunarse contra el SARS-CoV-2, siempre y cuando sus componentes no sean contraproducentes para su salud.

Esta es la postura de la Asociación Americana de Investigación del Cáncer (AACR). “Concluimos que los pacientes con un cáncer activo deben ser considerados para el acceso prioritario a la vacuna de la COVID-19, junto con otras poblaciones particularmente vulnerables”. Así lo publicó la AACR en su revista Cancer Discovery.

Efectos secundarios a los que prestar atención

No obstante, cada caso debe estudiarse individualmente. “Algunos tratamientos, como la quimioterapia, radiación o inmunoterapia, pueden afectar el sistema inmunológico, lo que puede hacer que la vacuna sea menos eficaz en este grupo. Dado que la situación para cada persona es diferente, es mejor discutir los riesgos y beneficios de recibir la vacuna con su médico especialista en cáncer. Ellos pueden asesorarlo y decirle cuándo debe recibirla”, explicó Ortiz-Hernández en entrevista exclusiva con 15 minutos.

Además de dolor en el lugar de la inyección, cansancio, dolor de cabeza, dolor muscular y articular, escalofríos y fiebre, otro de los efectos secundarios observados tras recibir la vacuna de la COVID-19 en EEUU es la inflamación de los ganglios linfáticos (linfadenopatía). Lo reportó en Twitter la oncóloga de cáncer de mama de Maryland, Tatiana Prowell.

En realidad, esta reacción se identificó en el 0,4 % de los participantes del ensayo clínico de Pfizer (38 casos en total), recordó el Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson.

“Los pacientes con cáncer de mama y otras personas a las que se les extirparon los ganglios linfáticos quirúrgicamente deben tener en cuenta este efecto secundario", sostuvo el Fred Hutchinson. La razón: podría desencadenar linfedema (hinchazón del brazo o pierna).

El cáncer, la pandemia intransmisible

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La actividad física ayuda a prevenir el cáncer (Pixabay)

Según las Estadísticas Sanitarias Mundiales 2019 de la OMS, la neumonía y otras infecciones de las vías respiratorias inferiores “fueron el grupo más mortífero de enfermedades transmisibles. En conjunto, se clasificaron como la cuarta causa principal de muerte” en 2019. Es decir, antes de la pandemia de la COVID-19.

En general, 7 de las 10 principales causas de muerte fueron enfermedades no transmisibles (no contagiosas). Y ellas juntas, provocaron el 74 % de las muertes a escala global.

El Día Mundial contra el Cáncer, que se celebra este 4 de febrero, siempre es una oportunidad propicia para recordar que este mal es un conglomerado de más de 200 enfermedades, algunas prevenibles.

Tanto la edad como la genética y el sistema inmune son factores de riesgo que no pueden modificarse. En este caso, la suerte está echada.

Lo que no debemos dejar en manos del destino son los factores de riesgo asociados a cáncer que sí podemos cambiar. Destacan, por ejemplo, sobrepeso y obesidad, nutrición, actividad física, consumo de tabaco, radiación ionizante, ciertos puestos de trabajo y la ingesta de alcohol.

“Está cada vez más demostrado que todas las bebidas alcohólicas causan diversos cánceres”, enfatizó la Unión Internacional contra el Cáncer (UICC). En la lista negra se encuentran los de colon, mama, boca, faringe y laringe, esofágico, hígado y estómago.

Convivencia obligada

La Real Academia Nacional de Medicina de España define el término pandemia como la “epidemia de una enfermedad transmisible que afecta a un amplio número de individuos y se extiende por diversos países en distintos continentes”. Pero también acepta un sentido “laxo”. En particular, “aplicado a enfermedades que no son contagiosas o a otros problemas sanitarios”.

Hace un par de días atrás, la OMS fue tajante. Una de cada 5 personas será diagnosticada con algún tipo de cáncer a lo largo de su vida. Además, uno de cada 8 hombres y una de cada 11 mujeres morirán por esta razón.

El cáncer es una pandemia, solo que no necesita propagarse como los virus para demostrar su poder. Nace y crece dentro de nosotros, al interior de las células, llevándose consigo una parte de nuestras vidas… y a veces toda.

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