Su avioneta desapareció misteriosamente en enero de 2020 durante un vuelo entre Caracas e Higuerote
La familia espera contratar los servicios privados de especialistas en búsquedas ([email protected])
3 de marzo de 2022 12:06 PM | Iván Sandoval/15 minutos
15 minutos. Lo único peor que la muerte es la incertidumbre, la incertidumbre de no saber si un ser querido está vivo, un sentimiento de esperanza arropado por la tristeza.
Eso es lo que sienten cada segundo de sus vidas desde hace dos años las esposas, hijos, demás familiares y amigos de tres pilotos venezolanos que desaparecieron misteriosamente hace dos años.
Por esa razón, sus esposas decidieron recaudar fondos para poder continuar de manera privada la búsqueda que les permita poner “fin a esta terrible y dolorosa incertidumbre”.
Desde la desaparición del vuelo 370 de Malaysia Airlines se sabe que una aeronave puede desaparecer de la faz de la Tierra sin dejar rastros.
Algo similar ocurrió con el vuelo de la avioneta YV-2604, que desapareció mientras realizaba un vuelo entre Caracas e Higuerote.
El jueves 23 de enero de 2020, a las 12:40 minutos de la tarde, con buen clima y una nave en “buenas condiciones”, despegaron del Aeropuerto Caracas Manuel Briceño (piloto), Boris Meyerowitz (copiloto) y Alejandro Vernet (tripulante).
El plan de vuelo que tenían estipulado era viajar hasta la ciudad costera de Higuerote – ubicada a poco más de 100 kilómetros de la capital - y regresar sin aterrizar al punto de partida en Caracas.
El vuelo debía durar 40 minutos en total. Sin embargo, a la 1:00 pm se perdió la señal del transponder y apareció un última vez en el radar. 17 segundos después desapareció de todas las señales de radar.
Los registros del radar secundario del Aeropuerto Internacional de Maiquetía (el principal del país) lo ubican sobre el aeropuerto de Higuerote al momento de la desaparición.
El último radar en detectarlo, el del Ministerio de la Defensa de Venezuela, lo ubicó muy cerca del mar en su última posición.
Según los satélites de Google Maps, la traza del avión se pierde sobre el mar, no muy lejos del Aeropuerto de Higuerote.
Los registros del radar de Maiquetía corroboran que hasta el momento de su desaparición, el vuelo no mostró ningún signo de que ocurriera algo anormal. Mantuvo una velocidad de 172 nudos y una altitud de 5.100 pies, parámetros considerados normales para una aeronave de esas características.
Los familiares informaron de lo ocurrido al Instituto Nacional de Aeronáutica Civil (INAC), quienes iniciaron las labores de búsqueda al día siguiente.
Las operaciones incluyeron una búsqueda por tierra y aire entre los puntos Cabo Codera y La Sabana, sector que formaba parte de la ruta de la aeronave. “Hubo información diaria y puntos de interés, pero sin resultados”, dijeron los familiares.
La búsqueda se suspendió con la llegada de los carnavales y el inicio de la pandemia acabó con las esperanzas de retomarla.
Cuatro meses después, después de muchas diligencias, los familiares de los tres pilotos lograron que se realizaran tres búsquedas más en una pequeña parte de la zona marítima demarcada como punto de interés.
Las esposas de los tres pilotos califican de “catastrófica” la situación emocional que han tenido que afrontar sus familias en estos últimos dos años.
Incluso, más allá de la afectación emocional, esta situación les ha producido una “carga económica con implicaciones legales a largo plazo”.
Por esa razón, están determinados a iniciar una nueva etapa en las tareas de búsqueda, pero esta vez contratando a empresas privadas especialistas en la materia.
La familia espera que la utilización de tecnología avanzada les permita saber qué pasó con sus seres queridos.
Debido a que las zonas de búsqueda incluyen un áreas terrestres (selva montañosa), marítimas y submarinas, se requieren de equipos especializados para cada una de esas zonas.
La idea es hacer “un barrido con la tecnología necesaria en los cuadrantes y coordenadas ya preestablecidas en las zonas de búsqueda”.
La evidencia disponible y el testimonio de los expertos apunta a que el área marítima presenta las mayores probabilidades.
Los familiares estiman que en el peor de los escenarios la búsqueda se extendería hasta por 10 días.
La búsqueda incluiría el alquiler de un sonar, un rov (vehículo sumergible) y un magnetómetro, las operaciones de dichos equipos, el procesamiento de datos, los costos operativos y logísticos y los gastos relacionados con el alojamiento, transporte, combustible y otros.
Los familiares estiman que el costo total de la búsqueda privada puede ascender a los 75.000 dólares. Por esta razón, han iniciado una campaña a través del portal GoFundMe para intentar recabar esa cifra.
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