Su nuevo disco Petit Garage, nacido en medio de la crisis del coronavirus, sigue una línea de cercanía con el público
10 de enero de 2021 3:03 PM | Por Christian Sandoval - EFE
15 minutos. A pesar de estar acostumbrado a grandes escenarios, la pandemia obligó a Ara Malikian a convertir su gira Royal Garage World Tour en un proyecto más íntimo, al punto de terminar tocando en la escalinata de la Plaza de España en Roma, los jardines del Teatro Real de Madrid o el Panteón de Arocutín en México.
Su nuevo disco Petit Garage, nacido en medio de la pandemia, sigue esa misma línea de cercanía con el público, razón por la cual se estrenó el día 1 en el aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid, como una forma de recibir el año con esperanza y ofrecer una cálida bienvenida a los viajeros que no pueden ser esperados por sus seres queridos. Con él hablamos en la capital de España.
Porque cuando hemos empezado después del confinamiento y volvimos a hacer conciertos en julio, con todas las medidas de seguridad, los aforos limitados y los protocolos, el protagonista real es el público porque se atreve a venir a pesar de todos sus miedos.
El público iba a vernos, iba a ver música, teatro, danza, cine y esto hace que ellos formen parte de nuestra actuación. Los protagonistas no son solo los que están en el escenario, sino que somos todos. Hacemos juntos que la cultura siga.
Fue maravilloso, no me costó nada. Es verdad que últimamente estábamos acostumbrados a tocar en pabellones, estadios y lugares muy grandes; pero luego en sitios más íntimos y pequeños hay cosas que no las tienen esos lugares grandes, como la intimidad, la cercanía y la emotividad.
Fue duro porque teníamos planeado ir a muchos lugares, algunos de ellos por primera vez. Además, estábamos abriendo mucho mercado, pero sabiendo que todo el planeta estaba en la misma situación teníamos que aceptarlo.
Por otro lado, se me ha abierto una cosa muy bonita que es estar con mi familia, algo que no lograba hace muchos años: disfrutar de mi hijo, de su crecimiento y educación, y de mi mujer. Cuando todo vuelva a la normalidad las cosas cambiarán, porque yo quiero estar más con ellos.
Es difícil viajar. Nosotros durante la pandemia hemos tenido varios viajes largos que fueron muy emocionantes: a México, a Dubai o a Italia. Parecía que no se podía hacer, pero se pudo y fue precioso.
Nos dimos cuenta que echábamos mucho de menos despertar en otro país de repente, en una ciudad con otra cultura, otro humor, otra manera de vivir y de ver las cosas. Eso es muy sano.
Sí, están Estrellita y está La llorona. Una de las cosas más importantes que hicimos durante la pandemia fue ir a México para hacer el concierto del Día de los Muertos, en homenaje a los fallecidos por COVID-19. Ha sido una de las cosas más bellas y emocionantes que he hecho en mi vida.
Fuimos a un pueblo de Michoacán, a un cementerio donde las personas decoraron de una manera tradicional, ancestral, como suelen hacerlo todos los años. Este 2020 no iban a tener su celebración multitudinaria, pero a pesar de esto hemos podido hacer un concierto en su panteón, con todas las flores, los colores y lo hemos grabado en vivo. Fue muy emocionante.
Estaba muy bien organizado de parte del pueblo de Arocutín y del Gobierno de Michoacán. También es muy importante que toda la dirección artística y la dirección del video estaba a cargo del cineasta mexicano Gabriel Beristáin.
Todo estaba muy bien cuidado y lo que a mí me tocaba era la parte musical. Tampoco queríamos hacer música tradicional mexicana, aunque esté dentro del repertorio. Queríamos hacer música universal.
La celebración del Día de los Muertos que se hace en México se ha convertido en algo universal, un evento ejemplar para el mundo por su concepto: si das lugar a la muerte, también darás lugar a la vida. Esta idea es muy sana y se debe adoptar en todo el mundo.
El hilo conductor es mi visión de la música, mi violín y mi interpretación. Cuando toco La Llorona no intento tocarla de una manera purista tradicional mexicana, lo mismo cuando toco Mozart.
Yo lo hago a mi manera, como lo entiendo, lo veo y lo siento, y todo el disco es así. Me costó muchos años aprenderlo: encontrar mi voz y mi personalidad. Cuando lo hice, hallé mi felicidad musicalmente. No intento imitar a nadie ni ser lo que no soy.
Bueno, es mi estilo. Cuando vivía más el mundo de la música clásica siempre me ponía un disfraz, algo con lo que no me sentía identificado y es verdad que me costó mucho salir de ese mundo.
Fue muy bonito hacer la presentación del disco en una locación que antes de la pandemia era un lugar muy común. Para viajar siempre pasábamos por el aeropuerto, era el lugar al que teníamos que ir y, de un día a otro, se ha convertido en el lugar más exótico del mundo.
Era un gesto para desear que pronto podamos volver a viajar, que podamos volver a ver otros países, otras culturas y otras ciudades, pues ello significaría que hemos vuelto a la normalidad.
Me ha enseñado que tenemos que bajar el ritmo de nuestra vida, tenemos que cuidarnos a nosotros mismos, a nuestro planeta, a nuestra sociedad y toda esta mejoría no pasa por intereses económicos o territoriales. Hubo guerra durante la pandemia, yo soy armenio y mi país se metió en una guerra por razones de fronteras, que hoy en día en el siglo XXI es incomprensible.
También está el tema de la inmigración, que tanto se ha criticado antes y durante la pandemia. Somos un planeta y, si no nos cuidamos a nosotros mismos, vamos a cargárnoslo. Tenemos que respetarnos el uno al otro, al margen del lugar que venimos, pues somos todos del mismo sitio. Ojalá hayamos aprendido algo de todo esto.