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Lo bueno y lo malo del festival de música electrónica Tomorrowland en formato digital

Los espectadores de esta tercera entrega verán desfilar por sus dispositivos un maratón de 35 horas de baile

Las pérdidas económicas que arrastra el festival desde el inicio de la pandemia suponen el 90 % de sus ingresos (Cortesía Twitter @tomorrowland)

15 minutos. Tomorrowland se canceló por segundo año consecutivo y sus organizadores tratan de reponerse del “duro golpe financiero” con la celebración este viernes y sábado de su tercer festival en formato digital, un encuentro que aguardan con cautela y con la vista puesta en 2022.

Es un poco más difícil promover una versión digital cuando muchos países vecinos, y también en Estados Unidos (EEUU) abren clubes y organizan festivales y conciertos”. Así lo dijo la portavoz del gran evento de música electrónica Debby Wilmsen.

A pesar del contratiempo, Wilmsen aseguró que la venta de entradas para Tomorrowland Around the World, que se celebra el 16 y 17 de julio de forma digital, “va bien”. En particular, por parte de seguidores de habla alemana.

Su tercera edición virtual contará con un cartel exclusivamente europeo. Entre sus filas destaca el español Danny Ávila, que el pasado mes de mayo viajó a Bruselas para grabar su actuación en un estudio de croma de grandes dimensiones.

Subido en el escenario virtual Elixir, el deejay madrileño presentará nuevos temas fraguados durante la pandemia. Y lo hará con un estilo “novedoso” al que sus admiradores “no están acostumbrados”, adelantó.

Los espectadores de esta tercera entrega verán desfilar por sus dispositivos un maratón de 35 horas de baile de estrellas como Armin van Buuren, Amelie Lens, Charlotte de Witte, Tale of Us, Adam Beyer, Afrojack y Alan Walker, entre otros.

Jarro de agua fría

Durante la grabación en el estudio, el equipo rebosaba optimismo sobre la posibilidad de volver a vivir el festival electrónico en directo en 2021. El plan de vacunación belga marchaba sobre ruedas. Por ende, los servicios cruciales dieron el visto bueno a su celebración.

Gracias a que el número de contagios por coronavirus mantenía su descenso, el Gobierno federal aceptó la posibilidad de organizar grandes eventos en Bélgica, incluido Tomorrowland, a partir de la segunda quincena de agosto. Eso sí, siempre y cuando se conservara esta tendencia.

La sorpresa llegó con la rotunda negativa de los alcaldes de Boom y Rumst, de la parte flamenca del país, a celebrar el festival. La decisión extrañó a los organizadores, dado el estricto protocolo sanitario que pensaban seguir.

Hasta la semana pasada, el equipo de Tomorrowland se apoyó en el “dialogo constructivo” con las autoridades belgas, convencido de poder organizar “un festival en condiciones seguras”, lamentó en un comunicado.

“Teniendo en cuenta nuestra larga cooperación con los municipios, no queremos entrar en una batalla legal y no queremos recurrir la decisión de los alcaldes ante el Consejo de Estado”, agregó.

Así, la edición veraniega de 2021 echó el cierre y se sumó a las otras 3 (Tomorrowland Invierno 2020, Tomorrowland Bélgica 2020, Tomorrowland Invierno 2021) que tampoco se pudieron festejar de forma presencial sino digital.

Cancelado por cuarta vez

Las pérdidas económicas que arrastra el festival desde el inicio de la pandemia suponen el 90 % de sus ingresos. Otro “duro golpe financiero”, según la portavoz, para los productores que se despidieron de “unos 50 millones de euros” por segundo año consecutivo.

El revés también afecta a proveedores, autónomos, artistas y asociaciones implicadas que contribuyen a Tomorrowland, que también implica al sector de los viajes y la hostelería belga. "Más del 80 %” de la capacidad hotelera de Bruselas y Amberes es utilizada por visitantes y equipos durante 2 semanas.

Nos recuperaremos. Serán tiempos difíciles, pero seguimos siendo positivos y esperamos el festival digital”, apuntó Wilmsen.

Hasta que retorne la normalidad, ya se empieza a preparar el caldo de cultivo para la edición de marzo y verano de 2022 en el parque nacional De Schorre (Amberes). Un “lugar mágico” donde los organizadores se han propuesto invertir en los próximos años.

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